¡He salido en la tele!

Ayer ví una noticia que creo refleja un aspecto de la sociedad actual que me llama poderosamente la atención.
Resulta que tras el derrumbamiento de una casa, un vecino arrojado y valiente corre en auxilio de la víctima y la salva del accidente. Posteriormente ambos, víctima y salvador, aparecen en varios programas de tv contando los hechos y narrando las impresiones personales, incluso recrean el accidente ante las cámaras de forma muy descriptiva, mostrando el ruinoso estado de la casa para que los espectadores tengamos una idea clara de las posibles consecuencias para la víctima de no haber actuado el, ahora, héroe local.
Hasta aquí no creo que nadie se haya extrañado de nada. Pero hete aquí que un juez viendo la tv reconoce al héroe salvador como a un condenado huido con una orden de busca y captura sobre él. Lógicamente, el juez cumple con su obligación y manda a la policía a por el fugado.
Cuando el señor es detenido reconoce que no se trata de ningún error. Efectivamente es un huido de la justicia con una condena de tres años de cárcel por cumplir, pero que ¡se había olvidado de que estaba en busca y captura!.
Y he aquí el tema de este post, la tv es tan importante en nuestras vidas que no sólo condiciona nuestro intelecto y decide nuestro conocimiento del mundo, sino que la adoramos como la diosa de la moderna religión de la imagen, hasta el punto de que es ver una cámara y perdemos cualquier capacidad de raciocinio por salir en la tele.
Pues nada, a este amigo, el minuto de gloria le ha salido por tres años de talego. Ahora, «¡merece la pena si le han visto los colegas y su mamá!»